- En primer lugar, introduce la mantequilla sólida en un recipiente y deja que cuezca al baño maría, a fuego lento. No remuevas este ingrediente ni aceleres el proceso, simplemente deja que se derrita.
- Cuando esté completamente derretida (evitando que hierva), se habrá formado por la parte superior una capa de espuma. Apártala del fuego y retira la espuma con mucho cuidado con ayuda de una espumadera o una cuchara. Así eliminarás la grasa.
- Ahora te desprenderás de la mayor parte de la lactosa posible. Lo puedes hacer de dos formas:
- Colando la mantequilla líquida en un filtro de papel. En el filtro se quedará una película blanca, que es la lactosa.
- O puedes hacerlo sin ayuda del filtro, te llevará más tiempo pero el resultado será similar. Para hacerlo de esta manera, tendrás que volcar la mantequilla en otro recipiente, muy lenta y cuidadosamente. La idea es que en el fondo del recipiente que estás vaciando se quede una liquidillo blanco, que es la lactosa.
Y tras estos pasos, tu mantequilla ya estará clarificada, consérvala en la nevera y utilízala para preparar cualquier plato y freir cualquier alimento.